La mentalidad del coleccionista

El hobbie es aquella parte de nuestra vida que sin ser estrictamente un quehacer profesional, ocupa algo (o mucho) de nuestro ocio, haciéndolo productivo, al menos, para nosotros mismos.

Desde este punto de vista, el hobbie tiene toda una dimensión terapéutica y hasta vocacional que, al margen de la actividad profesional o en su defecto, de la que nos procura la subsistencia, demanda una pasión diferente y hasta desinteresada que puede completar y enriquecer nuestra vida de forma inesperada.

Un ejemplo típico de los hobbies es el coleccionismo. Suele recordarse que la pasión por las colecciones se inicia generalmente durante la infancia. El sueño de un tesoro propio de sello personal puede tener por objeto desde los formatos más tradicionales hasta los más insólitos: figuritas, estampillas, monedas, revistas, botellas, postales, cajas de fósforos. Y con frecuencia, aquella inclinación infantil por las colecciones se transforma con el tiempo, en una meticulosa tarea que articula curiosidad, paciencia, celo y prolijidad. En muchos casos, la tarea del coleccionista, merodea el terreno profesional de un especialista genuino.

En definitiva, tal vez pueda decirse que todos los coleccionistas tengan en común el culto al tesoro, una sensibilidad preciosa, el gusto por lo diverso y la capacidad inigualable de conferir un valor especial a la originalidad, al detalle, a la dificultad de lo único y a la rareza.